La catedral de Palma, conocida como La Seu, no solo es uno de los monumentos más imponentes de Mallorca, sino también una de las postales más reconocibles del Mediterráneo. Su silueta gótica domina la bahía y se eleva sobre las murallas antiguas de la ciudad, creando un skyline histórico inconfundible, sorprendiendo a los viajeros que llegan a Mallorca pensado que únicamente van a ver sol y playa. La luz que se refleja en sus muros de piedra y el contraste con el azul del mar la convierten en un icono único del patrimonio balear, haciendo que desde lejos ya quede claro por qué es considerada una de las catedrales más bellas de Europa.
Además de su monumental fachada, la catedral de Palma encierra una historia que mezcla espiritualidad, arte y arquitectura a lo largo de más de siete siglos. Este templo, construido sobre una antigua mezquita y transformado por diversas generaciones, es un testimonio vivo de la evolución religiosa, cultural y social de la isla. Su interior, amplio y luminoso, sorprende por su juego de vitrales y por la intervención modernista de Antoni Gaudí, que aportó elementos únicos a principios del siglo XX. La capilla del artista mallorquín Miquel Barceló, realizada en cerámica contemporánea, añade un contraste tan fascinante como inesperado.
La visita a la Seu no es solo para admirar un edificio religioso, sirve para entender la esencia de Palma. A su alrededor se extiende el casco antiguo, lleno de calles medievales, patios señoriales, museos, plazas históricas y zonas costeras. Alojarse en esta zona, en un hotel boutique en el casco antiguo de Palma como la Posada Terra Santa, añade un toque adicional a la experiencia, gracias a situarse en un antiguo palacio del siglo XVI. En este sentido, la catedral no es un punto aislado, sino el epicentro de una experiencia cultural que continúa más allá de sus puertas. En este artículo, vamos a hablar en profundidad de este enorme templo y sus alrededores.
El exterior de la Catedral

El exterior de la catedral de Palma es impresionante, siendo una de las razones por las que el monumento define la imagen de la isla. Su fachada principal, con un enorme rosetón y con altos contrafuertes, se eleva directamente junto al lugar donde se encontraban las antiguas murallas medievales. Por ello, la catedral parece dialogar con el mar, mostrando una silueta que destaca especialmente al amanecer y al atardecer. Esta combinación entre mar y estilo gótico es una de las postales más emblemáticas del Mediterráneo.
Uno de los puntos más especiales del exterior es el Parc de la Mar, situado justo a los pies de la catedral. El lago artificial refleja la fachada creando un efecto fotográfico mágico, especialmente en días de calma. Este espacio ajardinado es perfecto para caminar, descansar o contemplar la catedral desde una perspectiva más amplia. Desde el parque, la magnitud del monumento se hace evidente, con 45 metros de altura y 120 metros de longitud.
De la misma manera, destacan las terrazas de la catedral, accesibles para contemplar unas vistas espectaculares de la zona. Subir a ellas permite observar de cerca los arbotantes, gárgolas y detalles escultóricos que forman parte del diseño gótico. Además, desde su punto más alto se puede observar toda Palma, el puerto, el palacio de la Almudaina y la Serra de Tramuntana en la distancia.
El interior de La Seu

La entrada a la catedral de Palma permite descubrir un universo donde la luz es protagonista. Sus enormes vitrales, incluyendo uno de los rosetones góticos más llamativos del mundo, llenan el espacio de matices de color que cambian según la hora del día. Esta “catedral de la luz” adquiere un carácter especial durante el fenómeno del “espectáculo del ocho”, cada 2 de febrero y 11 de noviembre, cuando el sol crea una figura simétrica única al atravesar los rosetones. Estos juegos lumínicos, difíciles de ver en otras catedrales europeas, convierten la visita en una experiencia sensorial.
Asimismo, este diseño interior destaca por su verticalidad y por las dimensiones de su nave central, una de las más altas del gótico europeo. Las columnas, la amplitud del espacio y la serenidad que desprende cada rincón permiten apreciar la maestría de los arquitectos medievales que la construyeron. Entre los elementos más destacados se encuentran el baldaquino diseñado por Gaudí, inspirado en motivos naturales, y su propuesta de reorganización del presbiterio, que aportó un estilo más moderno y funcional sin alterar la esencia gótica del templo.
Otro de los grandes atractivos es la Capilla del Santísimo, intervenida por Miquel Barceló en 2007. Su obra combina cerámica, pintura y relieve para representar episodios bíblicos reinterpretados con un lenguaje contemporáneo. Esta mezcla de arte antiguo y moderno es uno de los rasgos más característicos de La Seu, mostrando cómo la catedral no se ha quedado anclada en el pasado, sino que sigue evolucionando.
El entorno de la catedral

Tras la visita a la catedral, a pocos pasos se encuentran los restos de las antiguas murallas medievales, desde donde se obtienen panorámicas de la bahía y del casco histórico. Este paseo permite contemplar cómo la catedral se integra con la ciudad, creando una relación directa entre arquitectura defensiva, paisaje urbano y mar Mediterráneo. Además, es una ruta perfecta para quienes desean explorar Palma caminando, ya que conecta con zonas históricas, plazas y otros miradores naturales. En esta zona se puede encontrar alojamiento deluxe, como Samaritana Suites, un aparthotel de lujo en el centro de Palma, que cuenta con spa en plena plaza Mayor.
¿Qué ver y hacer en Palma después de visitar La Seu?

El Palacio Real de la Almudaina es el vecino directo de la catedral de Palma y uno de los edificios más importantes de la ciudad. Su origen se remonta a la época musulmana, cuando funcionaba como alcázar, una fortaleza-palacio, que servía como sede política y residencia de los gobernantes. Tras la conquista cristiana, el edificio fue adaptado y ampliado, convirtiéndose en residencia real de los monarcas mallorquines y más tarde en espacio ceremonial. Al recorrer sus salas, el visitante descubre estancias decoradas con tapices flamencos, muebles de época, arcos góticos y detalles que muestran la evolución del poder y las artes en la isla.
Otra visita imprescindible es la Lonja de Palma, una obra maestra del gótico civil ubicada a pocos minutos a pie. Su arquitectura refleja la importancia comercial que tuvo Mallorca en la Edad Media. Desde allí, el paseo marítimo permite caminar junto al puerto, observar barcos y yates para incluso reservar una excursión, o simplemente disfrutar de la brisa marina. Quienes prefieran un ambiente más moderno pueden dirigirse a Santa Catalina, un barrio lleno de restaurantes, bares y mercados, perfecto para comer o tomar algo después de la visita a La Seu.
Para los amantes del arte, el museo de arte contemporáneo Es Baluard ofrece exposiciones, colecciones permanentes y una terraza con un mirador precioso que permite disfrutar de vistas excepcionales de la bahía. También es interesante explorar el mercado del Olivar o la avenida Jaime III, lugares perfectos para las compras. En general, Palma combina historia, gastronomía y cultura en cada esquina, convirtiendo la visita a la catedral en el punto de partida perfecto para descubrir una ciudad llena de esencia mediterránea.