Zamora es una de esas ciudades que más sorprenden a sus visitantes, quiénes piensan que su patrimonio no es tan amplio y variado. Esta capital castellana, situada junto al río Duero y conocida como “la ciudad del románico”, cuenta con uno de los conjuntos monumentales más importantes de Europa en este arte, con más de veinte iglesias perfectamente conservadas. Su casco histórico, lleno de encanto medieval, invita a un recorrido sin prisas, descubriendo rincones que parecen detenidos en el tiempo. A pesar de su enorme valor patrimonial, Zamora sigue siendo un destino tranquilo y desconocido para muchos, pensado para quienes buscan cultura, historia y buena gastronomía sin aglomeraciones.

Además de su famoso románico, Zamora destaca por su muralla medieval, sus calles, sus miradores y su ambiente, que conquista a quienes buscan una escapada auténtica. La ciudad ha sabido preservar su esencia, manteniendo su carácter tradicional sin renunciar a espacios modernos y a una oferta cultural variada. Museos, centros interpretativos y actividades relacionadas con su Semana Sant, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial, completan un escenario perfecto para disfrutar en cualquier época del año. Además, su gastronomía, en lugares como la Calle de los Herreros, una zona de la ciudad famosa por su tapeo, es un valor adicional a tener en cuenta. En este sentido, consultar propuestas como las de la web Dónde Comer Sano, una plataforma líder para encontrar restaurantes sostenibles en Castilla y León, es esencial para encontrar los mejores restaurantes en Zamora.

No obstante, la magia de Zamora no se limita solo a su casco urbano. En sus alrededores se encuentran algunos de los paisajes y localidades más singulares de Castilla y León, como Toro, Sanabria o Benavente. Sus pueblos, sus vinos con denominación de origen y sus espacios naturales convierten esta escapada en una experiencia más que completa.

La catedral de Zamora y su castillo

La catedral de Zamora, situada en la parte alta de la ciudad, es uno de los símbolos más destacados del románico español. Su cimborrio bizantino, único en la Península, llama la atención por su singularidad arquitectónica. Este templo, construido en el siglo XII, combina la sobriedad románica con elementos góticos y renacentistas, que fueron añadidos posteriormente. Asimismo, su interior alberga un impresionante coro, obras de arte sacro de gran valor y capillas históricas que narran siglos de fe y tradición.

Junto a la catedral se encuentra el castillo de Zamora, una fortaleza medieval de origen defensivo que vigila la ciudad desde su punto más estratégico. Aunque solo se conservan parte de sus murallas y varios espacios interiores, su atractivo radica en las vistas que ofrece desde sus miradores. Se trata de un rincón perfecto para entender el papel estratégico que la ciudad tuvo durante la Edad Media, especialmente durante los episodios históricos relacionados con la Reconquista.

El conjunto formado por la catedral, el castillo y el parque que los rodea es una de las zonas más agradables de la ciudad. Los visitantes pueden recorrer jardines, acceder a sus miradores y contemplar la ciudad desde diferentes perspectivas.

Iglesias románicas y casco histórico

Además de su catedral, Zamora tiene un extraordinario conjunto de iglesias románicas. En total cuenta con más de veinte templos de este estilo, algo único en Europa, con iglesias como Santa María Magdalena, San Claudio de Olivares, Santiago del Burgo o San Juan de Puerta Nueva. Estas iglesias ofrecen ejemplos magníficos del románico zamorano, caracterizado por su sobriedad, sus capiteles decorados y sus portadas. Cada una es distinta, con detalles particulares, por lo que un recorrido por estas iglesias se convierte en una auténtica clase de arte medieval.

Por otro lado, el casco histórico de Zamora conserva su trazado medieval con calles estrechas y rincones a descubrir. La plaza Mayor, con su ayuntamiento y la iglesia de San Juan, es uno de los puntos neurálgicos para iniciar cualquier ruta. Otro de los lugares más especiales del casco es el mirador del Troncoso, desde donde se obtiene una de las mejores vistas del Duero y del puente medieval. También destacan zonas como la rúa de los Notarios, la calle Balborraz con sus coloridas, la calle de los Herreros con su tapeo o los restos de las antiguas murallas.

El Duero y sus miradores

El río Duero es una parte central de la identidad de Zamora, con sus riberas llenas de vegetación, sus paisajes y sus vistas a la ciudad, capaz de mostrar un contraste perfecto con el casco histórico. Uno de los mejores lugares para disfrutar del río es el Puente de Piedra, una estructura medieval que conecta ambas orillas, brindando una panorámica espectacular de la ciudad.

A lo largo del margen del río existen varios miradores que permiten contemplar Zamora desde distintos ángulos. El mirador del Olivo o el mirador de San Cipriano son algunos ejemplos, aunque cualquiera de los senderos que bordean el Duero permite degustar vistas inolvidables. Estos paseos son perfectos para quienes buscan tranquilidad, fotografía o simplemente conectar con el entorno. Además, la zona de Los Pelambres, al otro lado del río, es famosa por sus terrazas naturales desde las que se obtiene una vista frontal del casco antiguo y la catedral.

Gastronomía y tradiciones

La gastronomía de la provincia de Zamora es uno de los grandes atractivos de cualquier visita. Los platos como el pulpo a la sanabresa, el arroz a la zamorana, el bacalao o el exquisito lechazo asado forman parte de una identidad culinaria marcada por la tradición y el producto local. A ello se suman embutidos de gran calidad y una repostería deliciosa, con especialidades como las cañas zamoranas o los amarguillos. La ciudad está llena de bares, restaurantes y mesones donde disfrutar de tapas sabrosas, como los de la calle de los Herreros, una forma de conocer su cultura gastronómica.

Las tradiciones también ocupan un lugar importante en la vida de la ciudad. La Semana Santa de Zamora es una de las más reconocidas de España, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional y famosa por su solemnidad, su silencio y la belleza de sus pasos procesionales. Incluso fuera de temporada, la ciudad mantiene viva su memoria gracias a museos y exposiciones dedicados a esta celebración. También destacan las fiestas locales, los mercados medievales, las actividades culturales y los eventos relacionados con el vino y la gastronomía. Esta fusión de tradiciones y un estilo de vida calmado hace que la estancia en Zamora sea una experiencia completa más allá de sus monumentos.

¿Qué ver cerca de Zamora? – Toro, Benavente y el Lago de Sanabria

Em los alrededores de Zamora se encuentran algunos de los destinos más interesantes de la provincia. Uno de ellos es Toro, una ciudad histórica situada sobre un altozano con vistas al Duero. Su colegiata de Santa María la Mayor, con su famoso pórtico policromado, es un tesoro del románico. Además, Toro es conocida por su tradición vitivinícola, lo que permite combinar cultura con visitas a bodegas y catas de vino de la Denominación de Origen Toro. Benavente es otra población destacada, especialmente por su importancia histórica durante la Edad Media. Su parador, ubicado en el antiguo castillo de los Condes de Pimentel, conserva la espectacular torre del Caracol y es uno de los iconos de la localidad.

Por otro lado, uno de los lugares más impresionantes de la provincia es el lago de Sanabria, el mayor lago glaciar de la Península Ibérica. Este lago, rodeado de montañas, bosques y pueblos tan reconocidos como Puebla de Sanabria, tiene un entorno natural perfecto para hacer rutas de senderismo, darse un baño en verano o incluso hacer un paseo en barco.